lunes, 29 de octubre de 2007

CEREMONIA SIN TELÓN:Un sitio sobre artes escénicas


HENRIK IBSEN en CEREMONIA SIN TELÓN:


Un sitio sobre artes escénicas


EXELENTE SITIO CON OBRAS DE IBSEN PARA MONTAR.


AQUI VA EL LISTADO:




La señora Inger de Ostraat No se sabe exactamente en qué momento comenzó Ibsen a trabajar en La señora Inger de Ostraat, o La señora Inger de Østeraad, que fue el título original de esta obra a escrita en su época de director de escena y dramaturgo del Det norske Theater de Bergen.


"Norma o el amor de un político " Norma La obra Norma o el amor de un político fue escrita en diez días, en Cristianía, a finales de mayo de 1851. En aquel momento, Ibsen era uno de los tres directores – los otros dos eran Paul Botten-Hansen y A. O. Vinje -




EL PATO SALVAJE Henrik Ibsen ACTO PRIMERO En casa de Werle. Despacho lujoso y confortable. Librerías repletas y muebles tapizados. En medio de la habitación, un escritorio con papeles y registros. Lámparas encendidas, de pantallas verdes, esparcen suave luz.




LA DAMA DEL MAR HENRIK IBSEN PERSONAJES EL DOCTOR WANGEL (médico del distrito). ELLIDA WANGEL (esposa, en segundas nupcias, del doctor Wangel). BOLETA (hija del primer matrimonio del HILDA doctor Wangel). ARNHOLM (Profesor). LYNGSTRAND. BALLESTED. UN EXTRAÑO.




El Túmulo del Héroe En abril de 1850, Ibsen dejó Grimstad para dirigirse a Kristiania con el fin de estudiar para el "examen artium" (el equivalente noruego al examen de selectividad para el acceso a la universidad) con la idea de entrar en la universidad allí.



Ibsen Personajes Catilina La edición de 1850 Lucio Catilina, noble romano. Aurelia, su esposa. Furia, una vestal. Curio, joven pariente de Catilina. Manilio, un viejo guerrero. Léntulo, Coeparius, Gabinio, Statilio y Cétego, jóvenes nobles romanos.


Catilina Catilina Catilina fue la obra con la que Ibsen debutó como dramaturgo. Fue escrita a lo largo de los tres primeros meses de 1849. Los primeros apuntes deben haberse realizado a finales de 1848. Entonces, Ibsen tenía tan sólo 20 años (cumplió 21 el 20 de marzo de 1849) y era ayudante del farmacéutico




Henrik Ibsen (1828-1906): el genio que vino del frío En los próximos días se cumplirá el centenario de la muerte del gran dramaturgo noruego, padre del teatro moderno y creador de piezas como Peer Gynt o Casa de muñecas, que en el siglo XIX revolucionaron una escena moribunda.




La Noche de San Juan En octubre de 1851, Ibsen fue elegido por el Teatro Nórdico de Bergen “para ayudar al teatro como dramaturgo”. Fue Ole Bull, iniciador y fundador del teatro, quien le ofreció el puesto.


martes, 9 de octubre de 2007

Teatro chileno (1973-1990)

El renacimiento del teatro nacional
En Santiago, a principios de la década de 1970, el teatro de circuito comercial estaba integrado por unas diez compañías que funcionaban en pequeñas salas y llegaban, por lo tanto, a un público restringido. En los primeros tres años de la década, y propiciado por el gobierno de la Unidad Popular, se vivió un gran desarrollo y el número de compañías teatrales se incrementó considerablemente, entre ellas destacan ICTUS, Compañía de los cuatro, El túnel y Aleph. Junto a estas, la escena teatral de todo el país se pobló de conjuntos aficionados formados por estudiantes, trabajadores, intelectuales; cuyo objetivo primordial era el de expresar su propia visión de mundo con un lenguaje nuevo, directo. Después del golpe de Estado de 1973, todo el orden cultural alcanzado se subvirtió. El teatro, así como toda la actividad del país, sufrió un fuerte impacto y por casi un año no existió actividad teatral. El teatro del régimen militar promovió montajes de autores clásicos y algunas comedias musicales de costosa producción y escaso valor estético; surgieron compañías de “café-concert” que utilizaron elementos y recursos como el show y el espectáculo de cabaret. Hacia 1975, comenzó a articularse un incipiente movimiento de teatro independiente no subvencionado, que intentó rescatar una expresión nacional y popular. Surgieron compañías como Imagen, Teatro del Ángel, La Feria, Taller de investigación teatral, Teatro Universitario Independiente, entre otras. De este modo, la actividad teatral volvió a ocupar todo el territorio con temas y problemas de las relaciones humanas, del trabajo, de la crisis económica y la violencia, a través de un lenguaje indirecto, pleno de sugerencias y cargado de humor negro. A pesar de que éste período se caracterizó por la creación colectiva de los grupos teatrales, este renacer también alcanzó a los dramaturgos, entre los que destacan Juan Radrigán, en Chile, y Jorge Díaz, en el exilio. Por otra parte, aunque cada grupo mantuvo su particularidad respecto a la función de cada cual frente a la contingencia política, todos formaron parte de una corriente común de resistencia a la dictadura junto al Canto nuevo, a la Agrupación Cultural Universitaria (ACU), a los escritores, a los artistas plásticos, entre otros. El especialista Hernán Vidal señaló: “el proyecto central de los teatristas chilenos es el de contribuir a la rearticulación de la conciencia nacional dentro del ámbito de fragmentación del autoritarismo”. Cabe señalar que en este período, el teatro puramente comercial tuvo gran éxito de público con espectáculos como Cabaret Bijou, El violinista en el tejado y la transmisión de obras por el Canal 13 de la Universidad Católica de Chile. A mediados de la década de 1980, el teatro nacional desarrolló una intensa actividad en distintos rincones del territorio con una valiosa acogida del público. La actividad teatral de este período se nutrió de las nuevas experiencias y aprendizajes que trajeron artistas que regresaban del exilio. De este modo, aparecieron Andrés Pérez y El Gran Circo Teatro, Ramón Griffero y El Troley, Mauricio Celedón y Teatro del Silencio, Alfredo Castro y Teatro de la Memoria, La Troppa, por mencionar algunos. Desde este momento y hasta la recuperación de la democracia en 1990, el teatro nacional diversificó los temas y dió espacio a la experimentación.
Extraido de :
http://www.memoriachilena.cl/mchilena01/temas/index.asp?id_ut=teatrochilenopostgolpe

DE CINEMA A CINEMA - Verónica Garcia Huidobro

PONENCIA SEMINARIO UTOPIA(S) 1970 - 2003
Sin lugar a dudas, hablar y escribir vivencialmente sobre la trayectoria del dramaturgo Ramón Griffero, director del Teatro Fin de Siglo desde 1984 hasta hoy, constituye para mí un honor y un desafío, ya que demanda sintetizar, no sólo muchos recuerdos teatrales e intensos momentos personales, sino también ejercer la responsabilidad histórica que me otorga el sentido de pertenencia al proyecto de experimentación artística y crítica social que se gestó en El Trolley.
Para partir quiero declarar que, según mi punto de vista, el Teatro Fin de Siglo, en El Trolley y dirigido por Ramón Griffero, representaba todo lo que este encuentro propone: allí revisamos el pasado, criticamos el presente e imaginamos el futuro.
- REVISAR EL PASADO
Gracias a una mirada sociológica y a un auto-exilio europeo, que lo orientaba anticipadamente para el contexto latinoamericano hacia la diversidad post-moderna, Griffero genera con el Teatro Fin de Siglo en El Trolley, un contexto orgánico y autónomo de producción alternativa que se ajustaba a las renovadas necesidades artísticas y estéticas, cuales eran, quebrar las formas tradicionales del teatro chileno y subvertir las opciones sistémicas en favor de su creación.
Inserto en el contexto Post-Moderno, movimiento que se inicia para Lyotard y Lipovetsky en la década de los sesenta, para Ballesteros a finales de los setenta y para Picó a principios de los ochenta, y cuyas características principales son la ausencia de modelos establecidos para representar la realidad, operar resaltando la diferencia y la utilización de la memoria como un cúmulo de material que está a disposición del fenómeno creativo, Griffero propuso una estética que invitaba a revisar los códigos escénicos del teatro chileno que se hacía en el país hasta ese momento.
Centrado en dicha perspectiva, el Teatro Fin de Siglo realiza entre 1984 y 1987 en El Trolley, una utopía colectiva señalada por un teatro de imágenes que concibe la renovación teatral como una renovación del pensamiento.
Para desarrollar su propuesta estética, Griffero enmarca su dramaturgia en el formato del rectángulo tridimensional en blanco, para iniciar la búsqueda de una verdad escénica subjetiva.
Se sumerge en la creación de la multiplicidad de dimensiones físicas de dicho soporte para ir más allá de los límites conocidos, indagando en espacios ocultos que le permiten mostrar, con una originalidad totalmente atípica para el medio teatral de ese momento, un paralelismo social de la realidad.
Para ello, renueva los códigos y las imágenes teatrales asegurando al trasmitir con otros signos escénicos, la grabación de sus mensajes, alejando así al teatro nacional de la estructura tradicional realista-naturalista y del mensaje socio-político clásico y propio del teatro latinoamericano de esos tiempos.
Recurriendo a palabras contenidas en un programa para el Festival Latinoamericano de Córdoba, Argentina en 1986, argumenta su discrepancia con los modelos dramatúrgicos tradicionales y su confianza en la fuerza de la imagen:
"Es un teatro que le da un lugar preponderante a las sensaciones fuertes, que se manifiestan en una multiplicidad de imágenes sin palabras, donde el texto no es más que una recopilación de citas ingenuas, correspondientes a nuestro lenguaje cotidiano. Esto no significa un rechazo a lo literario; en este marco el texto no es más que un pretexto utilizado para integrar al espectador en el montaje".
La estética teatral de este creador se compone entonces, de una imagen que llega a los sentidos (poética de la escena o escritura escénica) y de un texto (poética del texto o dramaturgia) que pasa por la recepción y posterior racionalización del espectador, entendido por Griffero como un agente activo, como un cómplice del espectáculo.
La re-formulación de la dramaturgia de Griffero realizada por el Teatro Fin de Siglo, se gesta en una simbiosis semántica que entiende la obra de teatro como una unión orgánica entre el texto escrito y el texto espectacular, cuyo objetivo principal es intimar la escritura con el formato o espacio escénico donde se desarrolla.
Entonces el interés por dinamizar la lectura espacio-escena lo lleva a incorporar, de manera teatral, los códigos narrativos del cine, logrando así una poética del espacio en relación con el texto escrito.
El espacio espectacular aparece como un personaje fundamental que sustenta en forma tridimensional, los códigos escénicos que generan el acto teatral y que al entramarse con la escritura dramática, ahora propuesta en la escena como imagen, potencia y genera múltiples lecturas que invitaban a revisar la manera de narrar del teatro en Santiago en esos tiempos difíciles.
Como actriz, considero que tanto los tres personajes que interpreté en "Ughtt Fassbinder" (1986-1987), cuales fueron una prostituta callejera, una lesbiana reprimida y una corista de cabaret, como la abuela-diosa griega de "99 - La Morgue" (1987), me exigieron renovar y replantearme profundamente la manera de construír y comunicar un rol. Tuve que abandonar la mirada stanislavskiana de la concepción del personaje para investigar la concreción escénica de roles simbólicos y altamente conceptuales, siempre demandados a abandonar una psicología aristotélica para ponerse al servicio de esta nueva manera de narrar la teatralidad.
Resultaba difícil para mi intensa formación realista, propia de la Escuela de Teatro de la Universidad Católica donde yo me eduqué académicamente como actriz, darle un camino lógico y pleno de sentido a tres personajes propuestos por el imaginario de Fassbinder y re-interpretados por la dramaturgia escénica de Griffero.
Constituía un tremendo desafío hacer un camino de verdad escénica con estos tres relatos fragmentados que formaban el corpus de esa obra dramática. Sin duda tuve que revisar dedicadamente los códigos de interpretación en los que yo me basaba hasta ese momento.
Para qué mencionar lo exigente que fue abandonar la lógica de la psicología realista para interpretar y darle verdad a la Abuelita-la mujer de Corintio, una anciana en silla de ruedas, totalmente arteresclorótica, que se transformaba en las noches nada menos que en diosa griega, que incluso hablaba en griego y que se enamoraba perdida y adolescentemente de Germán, el cuidador de la morgue que interpretaba Alfredo, con el que hacía el amor en forma intensa y desenfrenada, siendo el único testigo de su doble vida nocturna. En definitiva, la dramaturgia de Griffero me permitió como actriz interpretar varias identidades a la vez, hecho que determinaba la estética de los personajes ya que no necesariamente reflejaban el modelo visual lógico y clásico del rol que ocupaban en el sistema social de la obra, sino que habitaban en un espacio cuya relación les permitía infinitas, novedosas y diversas estéticas en escena.
- CRITICAR EL PRESENTE
Griffero se asienta primero en su capacidad crítica para decodificar la realidad y someterla a nuevos contenidos según requiera el presente. No es gratuito que su primera especialidad sea la sociología, y que dentro de este campo de análisis, cumpla su rol como sociólogo de la cultura. Según mi punto de vista, Ramón no sería el representante que es como dramaturgo, si su obra no estuviera tan evidentemente influenciada por una visión sociológica de la realidad y de la importancia que le da como artista a los tiempos en que le ha tocado vivir y crear.
Por ello, el teatro de Griffero se entiende hasta hoy como un acto de resistencia, basado en el cuestionamiento de la rigidez de un orden espacial y temporal, así como también en la necesidad de recuperar y reflejar los temas de la memoria colectiva de un país que día a día mostraba más síntomas de silencio y amnesia.
La crítica al presente se producía en ese momento y también hoy en día, porque la obra del director del Teatro Fin de Siglo se constituye por una sumatoria de fragmentos de la realidad contingente, que dan como resultado un puzzle o un caleidoscopio donde el dramaturgo recupera su autoría y autonomía al proponer la irrupción de una mirada radiográfica que da cuenta de un entorno espacio-temporal real.
Prueba de ello fue la gestación de la sala El Trolley, un espacio sociológico de renacimiento artístico y expresión personal, en donde se plasmó una utopía colectiva que consistía en reconocer la necesidad de vivir sin miedo y de proyectarse mas allá de lo circundante y sobre todo de realizar, de manera consciente y responsable, actos de creación artística y de resistencia cultural, que evidentemente requerían de una mirada crítica del presente.El fin de la dictadura o la llegada de la democracia a Chile representa el quiebre de las verdades escénicas ya existentes y motivado por la desintegración de las verdades artísticas e ideológicas, Griffero avanza estructurando los signos de la teatralización con un Teatro Fin de Siglo renovado, abierto a proyectar su quehacer artístico en nuevas salas de teatro.
Obsesionado por recuperar el ludismo de lo teatral frente a lo teatral, Griffero persigue como dramaturgo y director durante estos veinte años, reflejar y criticar los temas del presente tanto en la escena como a través de los personajes, anclándose en un inconsciente colectivo fragmentado para lograr una verdad escénica que se ha vuelto esquizofrénica, al carecer de pasiones universales.
Como actriz, creo que tanto las obras "Extasis o el Camino de la Santidad" (1994-1995) y "Río Abajo" (1995-1997) como los personajes que interpreté en ellas, cuales fueron María, una empleada doméstica, armoniosa como la comedia musical norteamericana, que cae en el dolor víctima de un amor apasionado con Andrés, jóven místico que es nieto de la patrona de la casa y La Patty, una mujer madura, ex-prostituta dueña de un kiosko-almacén en un block de población, a la cual le mataron a su hijo adolescente los militares en una protesta, dan cuenta de la profunda crítica a este nuevo presente democrático y a los contenidos tan extremadamente chilenos, como son el deseo, la pasión sexual y la homosexualidad a la luz del pecado católico y todas las víctimas, en mayor o menor grado, de las violaciones a los derechos humanos que ocurren hasta hoy en nuestro país.
Fue tan intensa la crítica al presente de esos dos montajes estrenados tanto en salas independientes (Nuval y Carlos Cariola) como institucionales (Teatro Nacional), que fuimos abiertamente censurados en términos morales y políticos, por la crudeza y veracidad de su innovador tratamiento escénico.Por tanto, la dramaturgia y dirección de Griffero constituyen para mí, una propuesta y manifestación concreta de que las imagenes son la filosofía de la época actual, y que este realizador busca obtener el placer de ver esas filosofías puestas en escena.
Su necesidad como creador es lograr la representación de una versión artística y temática, que contenga una correspondencia estructural entre la narrativa, las necesidades de la puesta en escena y la importancia de la revelación de contenidos altamente contingentes.
Siendo el motor de creación del director del Teatro Fin de Siglo denunciar la hipocresía instaurada de los sistemas sociales, mis roles han tenido la misión de encarnar la impotencia del ser humano frente a sus sueños de nostalgia, de rebeldía, de diferencia y en definitiva, de libertad.
- IMAGINAR EL FUTURO
Las palabras escritas por Ramón Griffero en el programa antes señalado son elocuentes para argumentar el proceso artístico de un colectivo y la capacidad de imaginar el futuro que nos inspiraba en esa época: " El trabajo de un teatro autónomo es sólo posible gracias a un elenco, a técnicos que se arriesgan a seguir una ruta sin señas, a entregar su aporte sin obtener remuneraciones económicas. Guiados por una necesidad de generar y de expresar mas allá de los mitos y fantasmas de un régimen autoritario, abriendo espacios para lo imposible".
Incluso navegando más allá de la contingencia de la época, imaginar el futuro tenía que ver con diferenciar la misión del arte de un país con el rol de la cultura en general, y a partir de ahí soñar con la libertad tanto personal como colectiva.
Para Griffero el teatro ha sido siempre un instrumento social y como arte tiene el deber de hacer pensar, de gestar pensamiento.
En esta perspectiva y guiado por los cambios del país y, por tanto, de las condiciones de producción y de difusión e inspirado en la relación de sus pasiones frente a los contenidos y a la función social que cumple el teatro, Griffero evoluciona desde esa época hasta hoy hacia la Dramaturgia del Espacio, la concreción de una utopía individual que plasma su propuesta más acabada de la teatralidad para continuar comunicando una visión colectiva de la realidad.
Su irrupción como creador en el escenario chileno se asociará siempre con la llegada del futuro, con la necesidad de remover el lenguaje teatral establecido, con el hecho de proponerse ofrecer nuevas alternativas, dirigidas especialmente a los jóvenes mediante un lenguaje que los identifique, los represente y los motive.
Siempre tendrá que ver con determinar el espacio con una funcionalidad diferente, con abrir los referentes mentales del espectador que frente a su obra se ve obligado constantemente a enfrentar el presente, viajar al pasado, proyectar el futuro porque nada está prohibido.
Griffero en el tiempo se continuará asociando a poder navegar libremente y sin ataduras por diferentes épocas, morales, contenidos, opciones sexuales e ideológicas, sin las ataduras de la lógica tradicional.
Siempre tendrá relación con el hecho de que mediante la puesta en escena de un texto dramático se puede evocar y utilizar la imagen y el encuadre espacio-temporal como una manera contemporánea para narrar y para jugar sin pudores con el orden del tiempo, dando cuenta en términos creativos de que se puede imaginar el futuro con libertad.
En este contexto las dos versiones de la obra "Cinema Utoppia" (1985 y 1999-2001), donde interpreté a Mariana, una discapacitada con Síndrome de Down que habita en 1950, cuya fuente de inspiración es el amor intenso que siente por Sebastián, el protagonista de una película que ocurre en la década de los 80, que es homosexual y exiliado, pero que sin embargo, representa para ella su sentido de realidad, articulan claramente la capacidad de imaginar el futuro.
En la primera versión el acento estaba puesto tanto en la lectura ideológica y contingente que reflejaba la obra como en las condiciones artísticas y de producción que nos entregaba El Trolley, espacio que también albergaba fiestas y eventos que recaudaban recursos económicos con los que se financiaba nuestra actividad artística. Ahí estaba anclado especialmente el sentido en términos teatrales, tarea titánica que para alegría de todos y todas fue reconocida y premiada por el público, los colegas y la crítica. En la segunda versión, 14 años después la realidad de Chile era totalmente diferente, tan distinta que la obra se estrenó en la sala San Ginés, espacio reconocidamente dedicado a un teatro de corte más comercial que sin embargo, estuvo muy interesada en que la obra fuera remontada allí.
Con una capacidad desconocida para la época de la primera versión de llamar actores y actrices de trayectoria televisiva, Ramón centró la mirada de la obra en las relaciones humanas y la libertad moral y afectiva de los personajes, obteniendo el mismo éxito de público y reconocimientos que la primera versión.
Al re-estrenarse en el teatro Providencia, la obra siguió con éxito su camino a comprobar que más allá de lo contingente, el teatro de Griffero había sido capaz de imaginar el futuro sin equivocarse y de remecer nuevamente a la sociedad chilena al presentar la misma obra, en otro contexto, con otro enfoque, pudiendo reemplazar la contingencia ideológica colectiva por la contingencia afectiva individual.
Siempre inserto en la visión polisígnica de la corriente post-moderna, que plantea un renacimiento recodificado, Griffero vuelve al abecedario de la puesta en escena para re-dirigir su obra, buscando producir la asosiación consciente-inconsciente, tanto en los actores y actrices que interpretamos los roles como en los espectadores-cómplices que presenciaron el espectáculo después de 14 años.
La premisa actoral Grifferiana de que no se actúa sobre un escenario sino que se está sobre un lugar, y más aún, sobre el encuadre de ese lugar, continuó desperfilando, ahora en otro contexto, los planos espacio-temporales de los personajes, permitiéndoles vivir algo dentro de algo, en otras palabras, vivir otras vidas además de la vida de la obra a la cual pertenecen.
Cada uno de los personajes que por fortuna me tocó interpretar, me enfrentó al concepto de realidad contemporánea post-moderna, caracterizada por contener una suma de modelos que cohabitan en cada rol y que logran constituirse como un reflejo válido del espíritu de la época actual.
Pero sobre todo, me han dado, en el transcurso de estos veinte años, la oportunidad de plasmar en el escenario una opción teatral, cual ha sido, aportar como actriz desde la postura de lo artístico, descrito por Ramón Griffero, como la irrupción de un mirar que no se integra aún a lo cultural.
Verónica García-HuidobroActriz, pedagoga y directora teatral Pontificia Universidad Católica de Chile

Historia del Teatro Universal

Tratar con la historia no escrita del teatro implica remontarnos a la historia misma de la humanidad ya que, en su esencia, ese conglomerado de acciones humanas que los antiguos griegos codificaron como teatro, no pertenece a ninguna raza, período o cultura en particular. Antes bien, es una forma de lenguaje por medio del cual, originalmente, el mundo fenoménico es imitado y celebrado. Esta forma de lenguaje, que subyace inequívocamente en lo más profundo del rito, ha sido un patrimonio común a todos los hombres -si bien con diferencias de grado- desde que el hombre existe. El brujo que imita un ciervo, en una escena pintada sobre la pared de la caverna, y el actor de Broadway que imita a Sir Winston Churchill, tal como aparece en una cartelera de Broadway, tiene un lazo común a pesar de los veinte mil años que lo separan.
Necesariamente, una historia completa del teatro abarcaría varios volúmenes y exigiría la amplia colaboración de expertos en una serie de materias como la literatura, la historia y la arqueología, la sicología, la sociología, la antropología y la religión, entre otras. El propósito de este trabajo, por ende, es solamente el de presentar el mundo del teatro en una visión panorámica, mostrando, de un modo confesamente somero, la forma en que el teatro -uno de los índices más sensibles del desarrollo cultural del hombre- altera constantemente sus formas, se desarrolla, entra en crisis y redescubre sus fuentes.


Orígenes del teatro occidental

Teatro griego
Teatro Romano
Historia Del Teatro Español
Historia Del Vestuario
Historia del teatro latinoamericano

Santiago Serrano

Licenciado en Psicología. Egresado de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires.
Coordinador de grupo de psicodrama psicoanalítico - Centro de psicodrama psicoanalítico grupal - Dr. Eduardo Pavlovsky - Duración: 3 años. Egresado 12/91.
Residencia actoral en el Conservatorio Nacional de Arte Dramático, con un plantel de profesores integrado por: Osvaldo Bonet, Julio Ordano, Ponchi Morpurgo (escenografía), Francisco Javier, Doris Petroni (coreografía y expresión corporal), Nicolás Amato (foniatría y vocalización). - 1986.
Curso de Actuación - Néstor Raimondi - 5 años.
Curso de Dirección - Néstor Raimondi - 2 años.
Seminario para actores sobre textos clásicos - Inda Ledesma.
Seminario para actores - Julio Chavez
Seminario sobre Bertolt Brecht - Manuel Iedvabni.
Seminario sobre Espacio Escénico - Francisco Javier.
Técnica foniátrica - Ricardo García Navarro (Secretaría de Cultura de la Nación)
Curso sobre Foniatría y Manejo de la Voz - Dr. D. Jazkevich.
Taller de interpretación con máscaras - Manel Barceló (España). - Teatro Municipal San Martín.
Metodología del trabajo dramatúrgico - J. Antonio Hormigón (España) - Teatro Municipal San Martín.
Técnica de Lee Strasberg - Williams Wilcox Horme (EE.UU.) - Teatro Municipal San Martín.
Taller EITALC - Cali (Colombia)- Enrique Buenaventura- Teatro Experimental de Cali.
Taller EITALC - Mexico- Comunidad Teatral San Cayetano - Aristides Vargas.
Taller EITALC - Rio de Janeiro (Brasil) Augusto Boal.
Taller de Dramaturgia- Guillermo Heras
información en :
http://usuarios.lycos.es/historia_teatro/universal.htm

domingo, 30 de septiembre de 2007

Nuestro adiós a Marcel Marceau

El recuerdo para un poeta del silencio
Durante seis décadas cautivó a públicos de todo el mundo –entre ellos el de Buenos Aires– con su arte inconfundible. La pantomima tiene hoy otros representantes y escuelas, pero Bip, su entrañable personaje, no perdió vigencia. Marceau desarrolló a través de sus metamorfosis una peculiar reflexión sobre la condición humana.Los grandes artistas suelen ensayar sus despedidas, y Marcel Marceau era uno de ellos. Por qué dejar el escenario cuando se experimenta que el arte no tiene edad, y sobre todo cómo dejarlo. No se trata de complacer a quienes se molestaban porque Marceau era un clásico y no quería dejar de serlo sino para despedir con alegría al público sensibilizado por sus trabajos. Ese público que lo emocionaba y ante el cual se permitía un gesto que en este artista era ofrenda. Anteponer a su pequeña figura el célebre sombrero Bip, como si el espectador fuera el dueño de las hazañas de su personaje. Porque la pantomima contemporánea tiene otros representantes y escuelas, pero Marceau seguía fiel a su estilo. Sus obras eran conocidas en su mayoría por quienes asistían a sus presentaciones en Buenos Aires o en provincias, más o menos espaciadas desde la primera de 1951. Marceau insistía. En una visita de 1991, decía a esta cronista que el artista desea que el público se convierta en poeta o mago para poder ingresar juntos al mundo de la magia. Entendía así a la escena, donde sabía morir de pie y a continuación saludar: “Un milagro”, opinaba. Marceau murió ayer, a los 84 años.Cuando en mayo de 2000 ofrecía sus pantomimas a la manera de un álbum de recuerdos, fue saludado por un público joven que remedaba formas de los recitales de música y por mayores que lo conocían de años. Marceau conservaba aún una figura elástica y seguía siendo fiel a las creaciones de la década de 1940, nacidas de su formación con prestigiosos maestros, entre otros Charles Dullin. Su entrañable Bip es de aquel tiempo, pero fue creciendo y apagándose también hasta resurgir con otra fuerza en los años ’80, como Bip recuerda, basada en las memorias de sus experiencias de la guerra y los padecimientos bajo el nazismo. Pero entonces aligeraba las emociones internas transmitiendo con su cuerpo el cadencioso movimiento de un carrusel que era ilustrado con una musiquita de feria. Así lo presentó en Buenos Aires, lamentándose de no haber podido traer nunca otros espectáculos con su troupe, uno siquiera de los veintiséis mimodramas que había montado en Europa. Por esa época, y en los últimos años, lo acompañaron dos mimos jóvenes, aventajados alumnos de su escuela, siempre diferentes y luciendo trajes, en ocasiones renacentistas, que se limitaban a titular cada una de las pantomimas protagonizadas por el maestro.Sobreviviente de un teatro que en Francia no lograron abatir la guerra ni la ocupación, Marceau ha sido considerado en su métier figura-símbolo de la dramatización novelesca de la década del ’40 que –junto a la difusión del existencialismo literario– dio impulso a un teatro filosófico, como el de Albert Camus y Jean-Paul Sartre. Entonces había aprendido de Etienne Decroux todo lo que era necesario saber sobre el arte de la escultura en movimiento, y de otro artista pionero, el actor Jean-Louis Barrault, la marcha sin avanzar, el caminar sobre el agua, la ilusión de la escalera y las técnicas de transmutación, que él después enriqueció. Porque –más allá de las confesadas influencias recibidas de Charles Chaplin, Buster Keaton, Harpo Marx y Stan Laurel (evidente inspirador de la célebre Bip juega David y Goliat, pantomima de 1953 sobre música de Arcangelo Corelli)– el mimo francés desarrolla a través de su arte de la metamorfosis una peculiar reflexión sobre la condición humana. Y esto puede apreciarse en pantomimas como Los siete pecados capitales y El fabricante de máscaras, y en las de Bip –el hombrecito creado en 1947, de máscara blanca, como la del Pierrot del siglo XIX– que protagoniza infinidad de episodios: viaja en tren, vende porcelanas, se relaciona con una agencia matrimonial o simplemente recuerda. Este personaje es síntesis de un minimalismo formal creado por un jovencísimo Marceau de 24 años que no les temía a los mensajes. Bip se imponía por su “corazón fiel y amigo” y tenía mucho para decir sobre la soledad en Bip en un baile (1954) y sobre la muerte, en Bip soldado, de 1965.El humor, la crítica y la ternura que transmitía Marceau en la escena tentó a algunos productores, y pudo concretar trabajos bien diferentes en el cine, en cortos y mediometrajes, en grabaciones para la televisión y películas disparatadas como Scrooge, First Class y Barbarella. Esta última de Roger Vadim, donde compuso a un insólito profesor Ping.En la escena, necesitó de la complicidad de un público sensible a los detalles de sus silenciosas narraciones gestuales, ejecutadas en sincronía con los juegos de luces y sombras, el sonido y la música. Esa exigencia tenía su recompensa, pues los finales de sus mimodramas guardaban sorpresas que a veces rozaban lo metafísico. Uno de los más inquietantes, El fabricante de máscaras (de Marceau y Alexandre Jodorowski), estrenado en 1959, resume la parábola del humano que lucha por desembarazarse de una risa artificial que esconde su profundo desasosiego. No es menor su trabajo en Las manos (obra de 1969 creada por H. Cheshire y Marceau), dramático match de manos que aluden al Bien y el Mal. Otro tanto sucede con El pajarero, de 1990, con música de Peter Gabriel. En esta muestra de su talento para la metamorfosis, el mimo afila el rostro y agita los hombros como un ave molesta por el escozor de las plumas que despuntan.Marceau reunía en sus trabajos elementos tomados del surrealismo y simbolismo, pero no se conformaba con lo que le ofrecían las técnicas de Occidente. En sus viajes a Oriente conoció las expresiones del teatro kabuki, noh y moudra. El simbolismo era fundamental en su trabajo: “En la realidad, un hombre que cría pájaros no se convierte en pájaro. Esa metamorfosis no se da. En cambio el mimo sí puede hacer la transformación porque es un filósofo; él toma la sustancia de la vida. Y eso es extraordinario: mostrar sobre el escenario lo que la vida no muestra”.Practicaba la sutileza hasta en la sátira, que suavizaba en ocasiones con melodías, acordes del vals “Desde el alma”, por ejemplo. En esa línea descolló con Los burócratas, donde un indefenso personaje que lleva un papel en la mano golpea puertas, sube y baja escaleras, hace cola y sufre codazos y apretujones intentando encontrar una respuesta sensata. Para estos personajes de carne débil metidos en asuntos cotidianos que los sobrepasan, Marceau hallaba una manera de salvarlos introduciendo un toque de humor, abriendo un camino a los sueños, alentándolos a buscar el amor y la libertad. Por eso el hombre maltratado por los burócratas acaba rompiendo el papel que lo ata a tanto trámite. Una rebeldía que lo libera al punto de querer perderse en el camino que el público tal vez imagine en el fondo negro del escenario. Este recurso con perspectiva acercaba el trabajo de Marceau al cine y al final chaplinesco de El circo. Estos finales y también la muerte eran frecuentes en sus primeros trabajos. La muerte como una decisión judicial aparece en la sátira El tribunal y como imperativo biológico en Adolescencia, madurez, vejez y muerte, (1946), otra magnífica metamorfosis ilustrada con música de Juan Sebastián Bach.Artista en permanente tournée por el mundo, creó una compañía de mimodrama en París y una escuela, en 1978, manteniéndose fiel a sus pantomimas y a las escenificaciones nacidas de una filosofía de vida milenaria que él comparaba con la del sobreviviente. Marceau, cuya mejor máscara –decía– era su mirada gris, afirmaba que el mimo descubre en el silencio “el arte de hacer vivir el pensamiento”, y puede sorprender con imágenes tan simples como la de un hombre que en escena simula caminar contra el viento sin utilizar ningún artificio: “La vida es la que enseña a expresar un misterio y es a la vida a la que hay que saber encontrar a través del arte, cuya existencia es ya un milagro”.

El CELCIT en Acción

Boletín del Centro Latinoamericano de Creación e Investigación Teatral (Argentina)N° 388. 28 de septiembre de 2007


Hilda Cabrera. Página 12. 24 de septiembre de 2007

http://www.celcit.org.ar/

domingo, 23 de septiembre de 2007

PARTES DEL TEATRO

* Bambalinas: Se llama así a las tiras de lienzo con decorados que cuelgan del telar.*


Ciclorama:Es un telón de fondo, semicircular, que cubre la parte posterior de un escenario moderno.
* Tomado del libro: Teatro para principiantes, de Antonio Avitia. Árbol editorial, 1996.
** Arco del proscenio o boca escena:La abertura en el proscenio por la que el público ve la escena.
** Diablas:Largas pantallas que alojan una serie de lámparas, distribuidas, por regla general, en circuitos de colores primarios (rojo, amarillo y azul) y que colgadas de la parrilla suministran la luz general del escenario.
** Escenario:Área de trabajo limitada por el decorado.
** Foro:Toda la parte situada detrás del arco del proscenio.
** Parrilla: Estructura de vigas de madera delgadas o de viguetas de hierro para fijar las poleas y cuadernales del telar y soportar el peso de las varas de los telones.
** Proscenio:Espacio sobre el escenario que queda delante del telón de boca.
** Telar:Estructura de madera o de acero colocada arriba del escenario. Se usa para sostener y elevar el decorado.
** Telón de boca: Cortina corta colgada sobre el escenario para ocultar las bambalinas.
** Telón de fondo:Gran superficie plana (generalmente de tela) colocada al fondo del escenario y pintada para sugerir la localización de la escena.
** Tomado del libro: Para comprender el teatro actual, de Edward Wrigth. Ed. Fondo de Cultura Económica. 1992.

EXTRAIDO DE : http://groups.msn.com/CICLORAMA/especialpartesdelteatro.msnw

LA ENSEÑANZA DEL TEATRO (I)

LUIS ALBERTO ROSAS*
LIc. en Artes Escénicas, crítico de teatro venezolano.
Es nuestra intención ofrecer una vista general de la situación actual de la
enseñanza del arte escénico en los distintos niveles de educación desde el preescolar hasta el nivel superior. Les invito a reflexionar y revisar el teatro como medio eficaz de enseñanza en los primeros años de educación.
Entendemos que por naturaleza el niño es un actor, sólo debemos
sentarnos en un parque infantil o detenernos a observar en la calle a cualquier infante que no supere los doce años para disfrutar de su libertad creadora. Aún más el niño en edad pre-escolar, por cuanto se encuentra en un proceso de descubrir el mundo que le rodea, echa mano del juego para imitar y representar innumerables roles.
Los niños de 0 a 7 años poco le temen al ridículo y es por esto que en sus actividades cotidianas crean personajes que representan con una fidelidad absoluta. Así se divierten siendo: mamás, papás, médicos, maestras y maestros, cualquier animal que se les ocurra, superhéroes, etc. Para los niños la representación es un tema intrínseco a ellos mismos y si se encuentran solos aún más echan a volar la imaginación con grandes historias y hazañas que libran en la soledad de sus habitaciones o lugares de juego. No hay algo que le guste más a un niño que un disfraz que oculte su verdadero físico, ya sea imitando a sus mayores o a los personajes que le rodean. Esta capacidad natural de transformación y creatividad es un punto a favor de la enseñanza del
teatro en escuelas y colegios.
En la mayoría de los pre-escolares y escuelas encontramos materias como ‘dramatización’ y siempre a final de año escolar o en fechas específicas los niños realizan los famosos ‘actos culturales’. Entonces ¿es posible que el arte dramático coadyuve al desarrollo intelectual y creativo de un niño? La respuesta es un rotundo sí.
El hecho de aprovechar ese desenfado natural con que el niño asume roles es indispensable para su formación. El arte teatral brinda al niño, además de un espacio creativo, la oportunidad de: conocer y explotar su expresión corporal; desarrollar su capacidad de establecer secuencia de hechos (por ejemplo en las narraciones de cuentos); perder el miedo escénico; relacionarse
socialmente de una manera más libre, tanto con sus otros compañeros como con los adultos que le rodean; obtener una expresión oral mucho más fluida; alimentar la sensibilidad auditiva y emocional; desarrollar su capacidad creadora, entre otros aspectos.
Ahora bien ¿quiénes se encargan de esta área en las escuelas y colegios? Por lo general lo hace la maestra que dicta todas las demás materias y, en algunos casos, sin ninguna persona auxiliar para atender grupos de hasta 30 niños. Sin ningún adiestramiento adicional en la materia, la maestra es la encargada de proveer al niño de todas las herramientas que nombramos
anteriormente y no sólo eso, sino que es la responsable de diseñar, escoger y producir los actos culturales que se realicen durante el año: arduo trabajo. De esta forma vemos como se desaprovecha un área que brinda las suficientes ventajas como para ser materia obligatoria en cualquier institución educativa.
Creemos que lo primero, para evitar este tipo de cosas, es contratar personal especializado para dictar estas materias (de los cuales hay muchos y desempleados) o disponer de talleres de formación para educadores en donde se les ofrezcan las técnicas para trabajar en el área del arte dramático y todo lo que ésta conlleva. El colegio o la escuela es el recinto donde el niño pasa la
mayor parte del día, y poderle ofrecer la posibilidad que se sensibilice con el teatro, de seguro que le dará la oportunidad de desarrollarse más libremente, sin pena, sin miedos, y que venza la timidez, si la tiene, o desarrolle aún más su histrionismo y creatividad.
El teatro en la escuela debe ir orientado con juegos dramáticos, representación de historias contadas, dramatización de canciones, elaboración de vestuarios y escenografías, danzas y bailes, además de acercamientos a técnicas sencillas de relajación y respiración, pronunciación correcta de las palabras en los diálogos o las narraciones, representación plástica y sensitiva del trabajo que se realiza, y apoyar todo lo anterior con frecuentes visitas a los teatros que ofrecen funciones infantiles en horario escolar. Este tipo de trabajo posibilita el estímulo necesario para que el niño disfrute de una actividad distinta dentro del aula de clases y participe directamente de su proceso creativo.
Proceso que debe ser apoyado por padres y representantes acudiendo con sus hijos a las funciones de teatro infantil que se ofertan en la ciudad, lo cual contribuye al desarrollo de una actividad que realice en su colegio y brinda a los padres una hermosa forma de acercamiento familiar.
Como se puede ver, la práctica de la actividad teatral en los primeros años de vida escolar encierra un mundo de infinitas posibilidades, de estímulos y apoyo al crecimiento intelectual y creativo del niño. Aunque ya muchas instituciones han implementado este tipo de trabajo en el aula, lamentablemente no es la mayoría.
¡Que bueno sería que en cada colegio de nuestro país, se pueda contar con un
‘profe’ de teatro!

EXTRAIDO DE : http://www.edumedia.org.ve/Productos/Apoyo/documentos/La%20enseñanza%20del%20teatro%20I.pdf